Fotografía de Erasmo Fenoy |
A modo de muestra, os dejamos un poema de Domingo, precisamente uno de los elegidos por el moderador, poeta, escritor y director del Centro Andaluz de las Letras, Juan José Téllez, para honrar su memoria
Old-fashioned
.
.Se van haciendo viejas mis palabras.
Las mías, por supuesto, las que he utilizado
para nombrar las cosas que me acercaba el día,
decir amor o declarar tristeza
y pintarme la vida transparente,
con el color del aire.
Y no es que peinen canas, como las que yo tengo,
ni acudan como un perro a consolarme
si estoy en casa solo y los presagios
anuncian tempestad en los periódicos
y el sol cada mañana madruga más cansado.
Sucede, simplemente, que no suenan lo mismo,
que han cambiado de música y andan por las aceras
bebiendo el licor agrio de otra vida, otros modos,
tal vez otras muchachas que ríen cuando paso
y me tildan de cursi si les leo un poema.
La verdad, me dan ganas de darles matarile
o meter en sus venas algo para que flipen,
vestirlas de colores, ponerles algún piercing,
dejarlas enseñar por la calle el ombligo,
adobarles el pelo con gomina y espuma,
comprarles abalorios, algún CD pirata,
entrenarlas jugando con la videoconsola
y afilarlas, en fin, para que digan tacos
y se coman bocatas con las últimas sílabas,
qué sé yo, renovarlas –rinovarsi o perire-,
antes de que la historia nos deporte a Babel.
Pero no: he decidido dejarlas como estaban.
Que envejezcan conmigo y que conmigo mueran.
Ellas me abrieron puertas y allí estaba desnuda
la poesía, abatieron los muros del amor
y lloraron conmigo y conmigo rieron
y son voz de mi sangre y la herencia que os doy.
Me las quedo. Con ellas tengo un pacto suscrito:
el día en que me vaya, habrán de hablar por mí.
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