24 abr 2013

Javier Egea: cómo conocerlo


Cuando alguien me dijo que Javier Egea, poeta contemporáneo, había fallecido, que había salido voluntariamente de nuestro mundo, del mundo de los vivos, me reté a mi misma para conocerlo a través de un acercamiento gustoso y afable de su obra y con la responsabilidad de participar en la consideración relevante de un poeta.
Sesgada por mi profesión de psicopedagoga, me acerqué a su obra cometiendo uno de los errores más comunes que se producen en los estudiosos de poetas que no es otro que el de intentar conocer al hombre a través de su obra. Como si la poesía de Javier Egea fuera un autoinforme de su vida, –técnica que se usa en psicología para la valoración y tratamiento en el que la persona expresa los hechos, valoraciones y sentimientos de lo que le preocupa-, o una confesión que me justificara el desenlace final.
Como explicó Marcel Proust no deben establecerse identificaciones demasiado directas entre la vida y la poesía, pues al fin y al cabo la poesía es literatura y la literatura es ficción, y no el reducto de sinceridad y confesión que pensaban los románticos. Pero lógicamente la vida del poeta se va dibujando en su obra, siquiera sea en jeroglífico como dijo Francisco Ayala. En este sentido, sorprenderá entrever aquí y allá, a lo largo de las tres décadas de escritura que abarca este volumen, continuas alusiones al suicido como leitmotiv, aunque cada lector debe extraer de ello sus propias conclusiones. No se trata de algo recurrente sólo al final de su obra, sino que aparece y reaparece desde el comienzo.
También María Zambrano, cuando relaciona la filosofía con la poesía, expresa que “A pesar de que algunos mortales afortunados, poesía y pensamiento hayan podido darse al mismo tiempo y paralelamente, a pesar de que en otros más afortunados todavía, poesía y pensamiento hayan podido trabarse en una sola forma expresiva, la verdad es que pensamiento y poesía se enfrentan con toda gravedad a lo largo de nuestra cultura”. “Hoy poesía y pensamiento son dos mitades del hombre, ni se encuentra a la persona totalmente en una faceta ni en la otra”.
Lo cierto es que en la poesía de Javier Egea me he encontrado con un hombre individual, concreto, fragmentado en poemas y en contenidos, unos trozos de él, unos elementos del sistema complejo de su persona singular. Si fuera poeta en cambio, aportaría un pensamiento universal, con un método fiable y valido. La poesía es abertura, encuentro y gracia. Admiración por lo que se descubre del mundo. Acaso en Javier Egea la admiración por la vida, no fue insaciable, infinita y quiso, dejándose llevar por su enfermedad depresiva, decretar su propia salida.
Supongo –como diría María Zambrano que, al igual que la mayoría de los poetas, Javier Egea desarrolla una actitud de abertura al mundo y a sí mismo, usando la contemplación y la soledad; mirando a los objetos y hechos, a las experiencias personales, con el prisma del lenguaje poético para hacerlos claros, necesitándolo, para luego, volverlos a reelaborar y poder compartirlos con el lector.
El pensamiento y la poesía, surgen de la admiración por lo que nos rodea –como nos dice los textos antiguos filosóficos o de la epistemología, dejando en el que observa conmoción, aire temblón, o estela movida. Entonces el poeta no se va a conocerlo con rigor científico como haría la filosofía, sino que con sus sentidos, sus sueños y sus propios fantasmas mezclados, sino que “se apega a ellas y las sigue a través del laberinto del tiempo, del cambio, sin poder renunciar a nada”. Se queda adherido a ellas con seducción, a veces de forma dispersa. Este primer momento se prolonga mucho en el poeta y necesita las palabras y entonces las busca, alejándose de ellas, no siendo esclavo de ellas. Sabiendo que aunque busque la unicidad en el poema siempre será incompleto, de ahí que los poetas sean humildes, especialmente por la incapacidad de unicidad completa “frágil unidad lograda” ”perspectiva ilimitada” en el poema y su obra. Desea la realidad poética que no es la que hay o es, sino la que no es; abarca el ser y el no ser en admirable justicia caritativa pues todo, tiene derecho a ser hasta lo que no ha podido ser jamás”. Javier Egea me ha hecho partícipe, durante estas semanas de acompañamiento, de su admiración por lo externo y lo interno de sus dos mundos. Su estilo poético y su simbología mencionan sus puntos de mira bajo las aguas, en los puentes, sobre la luna, con coraje y con bondad.

Mirad en las orejas de los puentes
Yedras oscuras, agua detenida
Naufragados embates, soledad
Y colgajos morados de silencio


Javier Egea: su “Raro de luna”

Raro de luna1 es un extraño título que sugiere extrañeza y sueño, una difusa fantasía, un halo inusual alrededor de la luna o un aire denso de color indefinido que la desfigura. Pero es cuando se lee con delicadeza y la pausada y reiterada lectura y, más aún al finalizarla, cuando se filtra la intención del poeta. El título de “Raro de luna” incluye en sí mismo la extrañeza de la noche que ya lo usa en un pequeño poema2 en el año 1982, cuya temática se aproxima más al contenido de “Paseo de los tristes” que a este libro. Este dato es útil para comprobar como este título no se separada del autor y se va haciendo proyecto a lo largo de un tiempo hasta consolidarse en esta obra.
Raro de luna -lo dicen quienes lo han estudiado- supone un cambio de estilo y de tono del poeta Javier Egea con respecto a sus libros anteriores, en el que conecta su mundo interior con la épica urbana, adentrándose en un mundo irracionalista de símbolos creando un lenguaje propio muy valorado, sin títulos ni signos de puntuación, lo que posibilita la musicalidad del que lo lee.
Por otro lado, con este poemario Javier Egea, adquiere un notable alcance en la década de los noventa. A partir de aquí él optará por un silencio público, editando, a partir de entonces, sus producciones de forma inconstante y comenzando varios proyectos frustrados como el proyecto de los “Sonetos del diente de oro”.

Qué características generales presenta “Raro de luna”
    1. El título es una paráfrasis3 de la sonata de Beethoven, hacia una configuración de la musicalidad de los poemas. Ritmo cambiante y con contraste en su sonoridad -según el prologuista, Antonio Jiménez. El hecho de suprimir la puntuación en sus versos contribuye a que la estructura musical tenga mayor importancia y el lector la adapte. Curiosamente, Egea rescata y adopta títulos de obras musicales en alguno de sus poemas como “Réquiem”, “Benedictus” o “lux aeterna” que se recogen en el capítulo de “Réquiem” 4 .
    2. El libro tiene coherencia temática con la soledad, la conciencia social, el mal de la ignorancia y los miedos, inmersos en los apartados del libro. Raro de luna se sitúa en las coordenadas de la toma de conciencia del vacío, la denuncia deshumanizada por el capitalismo y una crisis de entender el discurso poético. En raro de luna la presencia de los sueños se convierte en una forma de indagar lo cotidiano, las relaciones de dominación que se derivan del mantenimiento de una ideología familiar, burguesa durante siglos. La crítica podría centrarse sobre una familia patriarcal, sustentada en otros principios que son la igualdad y el respeto.
    3. Otra característica interesante es la utilización de claves literarias que enlazan el romanticismo con el surrealismo5, ese que Foix, “el surrealismo si se hace con talento, es más realista que el realismo academicista”; Lorca6, al denunciar en poetas en nueva york la tecnología deshumanizada del capitalismo o, cuando Alberti en su discurso poético emplea la conciencia del vacío7, y la negación del paraíso; o Egea denunciando las relaciones de dominación mantenida por una ideología familiar, burguesa, patriarcal-diría yo, dejando solo al marginado en plural “Soledades al filo de la pólvora, soledades que tienen chaqueta en su respaldo, soledades con banqueros al fondo, soledades de las torres, soledades de canallas bogando8 las venas y los albañales9”. Usa claves simbólicas aparentemente irracionalistas, que lo vinculan con procedimientos surrealistas con rigurosa coherencia entre sus poemas y con intención de comunicar con un lenguaje sorpresivo. Javier Egea se empapa, se nutre de Alberti, de F García Lorca, de Bertol Brech entre otros, como se aprecia asimismo, en las ilustraciones y en las reseñas breves de estos autores al inicio de las partes que componen el libro “Raro de luna”.
    4. Introduce austeridad expresiva que conecta con cierta épica urbana original e innovadora: “Cerca de los timbres secos/ centinelas de sus huecos/ aún en pie”
Raro de luna está compuesto en la edición que cayó en mis manos desde la biblioteca municipal de Algeciras, por cuatro partes que en sí misma tiene coherencia y entre ellas se enganchan en frases y palabras, sentido y forma. Las partes parten de ilustraciones de Alberti y versos de poetas sugerentes que él admira.

1er Poema: Sombra del agua
La ilustración de Alberti marca a una persona buceando entre aguas. La vida se aventura en el agua, se desvía, se extravía, con razones y locuras. Una persona nada entre aguas con un sueño.

Javier Egea en sus cuatro poemas de “sombra de agua” nos marca el sueño de la libertad fluyendo por el centro de la corriente de agua, el agua que se mueve y avanza frenada por las orillas de dolor y olvido; por las emboscadas de adelfas y de peldaños, por manos enamoradas, de aguas estancadas. Contiene versos que hablan de las soledades.
Los surtidores de agua son usados como símbolo de un posible destino de la vida, marcando la toma de conciencia de su inicio y de su final -de luz y de despedida- . Las soledades amarillas -entiendo que son esas aguas que no se saben con certeza a dónde llegarán. La soledad herida, en cambio, es el agua estancada, la que es frenada por adelfas, donde se pierde la ilusión y aparece la nostalgia “Y, mientras sube por su brazo el frío, mira en el agua muerta la perdida esmeralda cercada de rubíes”.
Javier Egea pronostica su soledad deshabitada en el agua sin luna, cuando haya saciado la sed, y cumpla –como él escribe: “con razones y locuras, un sueño sin ley que madura en las cenizas de la mercancía, en un vientre con ondas y sentido…el agua sin luna, sí, deshabitada”.
La soledad parece que lo atrapa. Mira atrás, recuerda los surtidores, los puentes sin camino, el agua negra dentro del espino, los sueños a la deriva, y percibe que lo mismo que la alegría y los apoyos afectivos le trajeron asombro y algún alivio, también lo llevaron a la despedida “Si por allí pasé, si tu escalera avecinó sorpresas en mi herida, también puso la sombra donde vivo, miro la luz, también su despedida, por los peldaños húmedos cautivo.”

2º poema: Príncipe de la noche
La ilustración de Alberti para el príncipe de la noche, está elaborada por muchos puntos que podrían asemejar a un murciélago con alas abiertas. Recoge una frase de Bran Stoker, de su libro Drácula “...porque nuestro enemigo está en el mar, con la niebla a sus órdenes”.

El ambiente misterioso, de atmósfera sonámbula, asemejado a los nocturnos románticos, nos acerca a la nostalgia, al miedo y a la transformación como contenidos simbólicos de este ambiente donde vive el príncipe de las tinieblas, envuelto en la niebla, la que enturbia la visibilidad, como símbolo de la ignorancia dañina de la cual hay que salir. Cuanto más sepamos de las características del mal, más claro lo veamos, y seamos conscientes de sus cualidades y manifestaciones, más fácilmente podremos identificarlo y por consiguiente, movilizarnos y transformarlo. Para ello debemos dominar el inconsciente que tanto domina en la vida, explorándolo y ahondando en él, en soledad.
El príncipe de la noche, protagonista de “Stoker”, expresa una leyenda satánica transmitida desde el siglo pasado -valioso testimonio de mentalidad victoriana- con un cuerpo ilimitado, libre, sin formas ni sujeciones, sin reflejos en nada, ni en aguas ni en espejos.
Los primeros versos del “príncipe de la noche” mencionan una transición, un paso, un cruce de soledades, que se veía venir, porque se habían desvanecido los amigos, porque estaba despavorido ante lo que veía, porque los lobos se aproximaban, porque dos jinetes a galope cruzaban el puente, eran dos soledades sin luna: las nieblas y tu cintura. Son las dos causantes del tránsito a la transformación: la ignorancia y el mirar a otra parte.
A las doce el ala herida del conde, sobre los sueños, se bate y vuela. El príncipe de la noche da pena, porque se pierde en el bosque, lo persiguen, se oyen disparos, lo acorralan en un lago,…Es…el héroe marginado, el protagonista de una ideología de la marginación en la que cree Javier Egea, simbolizado en este personaje nocturno, condenado al tiempo oscuro de la noche. En uno de los poemas de esta parte lo refleja:
Gatear en las trágicas. Lindes / Cruzar yedras y vientres. Síguele/Brillar en la cornisa. Príncipe/Resbalar un instante. Cuídate/Mirar a tus palacios. Límites/ Abrir su capa inmóvil. Triste/ ¿Lo viste?
A las doce entra la nostalgia: Siempre suenan las doce y un aleteo negro como unos ojos alerta el sueño/ Siempre suenan las doce y es tu silencio una alfombra manchada por el deseo/ Siempre suenan las doce la sombra de tus labios con mucho hielo.
A las doce entra el miedo: ¿Quien entra en la casa?/ ¿Quién ordena el viento que sopla la vela que tiene la llama que alumbra una mano que enhebra una aguja con hilo de araña?
Es destacable cómo Javier Egea se introduce en esta leyenda, desde dónde está escribiendo, desde el verso mismo. Y ello se refleja en dos poemas a mi modo de ver. Uno cuando escribe: /La primera ola le esparció el cabello por entre los guijos/ La segunda ola negoció en sus labios la sal y un destino/ la tercera ola le lavó los pechos rubios y enemigos/ Y la cuarta ola me ató a su cintura desde donde escribo/. Otro proceder de Javier Egea se sustenta en el azar. Lo explica desde los siguientes versos: /Tiré los dados sobre la mesa/ abrí los sobres en su presencia/ salí al pasillo que siempre vela/ Giré los pomos de la leyenda/ todo tiniebla menos chorro de una linterna contra mis ojos/, -que yo entiendo- que comparte a los lectores sus motivos que no son otros que el azar, la conciencia y el deslumbramiento de la leyenda en medio de tanta tiniebla.
Algún autor como Antonio Jiménez Millán, destaca este poema con carga sensual y erótica, creo que se presenta suave con referencias a cinturas y pechos. Para mi no es relevante.
A las doce, el príncipe de la noche toma una doble personalidad, un desdoblamiento entre hombre y vampiro, una rebeldía satánica, que entiendo como las prácticas de una doble moral tan lenta y difícil de erradicar.

3er poema: Las islas negras
Rafael Alberti ilustra este poema con líneas zigzagueantes superpuestas en horizontal, de diversos colores, como montañas unas sobre otras enlazadas con otra en vertical. En lo alto un sol o una luna llena formada con puntos.
Los doce poemas cortos los inicia con las palabras de Juan Ramón Jiménez “por debajo, como un sueño, pasa el agua”, dando coherencia a lo que Javier Egea escribió al inicio del poemario como que la corriente de agua era el sueño.

El contenido de este poema refleja la denuncia de las atrocidades que se comenten en la política de represión, desde la rebeldía y el coraje y, desde el posicionamiento ideológico del autor que comparte con algunos protagonistas. Las islas que se expresan con tanto culturalismo, las entiendo como episodios derivados por la manipulación del miedo y de la culpa. Las islas son lugares que vamos descubriendo en su lectura coherente y complementaria. Las islas –entiendo yo- son lugares donde uno se disfraza en soledad para escabullirse y no ser reconocido; donde se puede esperar un rescate en soledad; donde se refugia el individuo en soledad, y se respira el miedo denso entre tanta niebla vigilante en soledad.
En este apartado de islas negras, los versos se asientan en el entorno urbano: se respira el miedo de la dictadura en las calles de la ciudad, en el brillo de las azoteas, a través de unos ojos centinelas, marcando sorpresas en la plaza, con los guantes blancos.
Desde una isla, nos habla de la transformación del individuo cuando pasa por encima el castigo, el horror del sufrimiento en la cárcel por pensar de otra forma. Desde otra, nos cuenta como se siente perseguido y se salva en su piso 2º B, ensombrecido por cipreses soleados. “Cada peldaño muestra sus palabras grabadas en la altura de las sienes/hasta el 2º B siempre sombras e hileras asoladas de cipreses/Y por el puente hundido invaden las arañas los espejos de tu nieve”
Él desde su isla, se vincula al que sufre, al que muere, al solitario. Nos dice reiteradamente en sus versos que piensa como ellos, que se siente solidario como “mis ojos siguen allí” “Miraban su bosque mío, o miraban su reino mío”.
Cuando hay miedo a morir, y se siente el peso de la vigilancia, también la persona se encuentra en una isla. Es la isla del desasosiego, la que genera un estado incómodo de alerta, la que es vigilada por el centinela gris, por un águila gris, por unos guantes blancos que Javier Egea lo escribe en estos versos: “A los dos lados había que mirar a los dos lados/ Sobre el asfalto brillaba un guante sin esa mano/ Pero acechando tan en sus mismos labios el tiburón dorado / Yo allí mirando y a los dos lados sin esa mano blanca su guante blanco.
El miedo para él no es solo el de la muerte, también está el miedo que se filtra lentamente con el acecho y la vigilancia; el de la pérdida de la libertad y el de la pérdida de las creencias en que un mundo mejor es posible en libertad. Así lo expresa con el simbolismo de un pájaro abatido y una niña muriendo: “Entre la niebla fría dos lunas lejos: un pájaro abatido y una niña muriendo/Entre la niebla fría sólo deseo y el águila que brilla negra sobre tus pechos”
Otras islas hacen referencia a la inquietud que produce la perdida de la conciencia o la denuncia del dominio. “Llegaba del mar llegaba por las avenidas niñas la perla inquieta del alba/primero invadió las plazas luego los rincones rubios de la calma/con dos agujas por alas grabó en miso ojos un sueño como una selva estrellada/antes de volver la esquina brilló su falda de plata/ pero en los secos dominios él la vigilaba/; y, a imaginar lo deseable entre los tabiques de su piso de Granada .

En el cuarto poema titulado “Raro de Luna“ –como el libro, Alberti escribe sobre las islas, vinculando la tercera parte con la ultima del libro “¡Esas islas, esas islas que el agua de las lluvias ha ido infiltrando noche a noche en el desierto de estos cinco tabiques!

A partir de aquí Javier Egea toma una nueva expresión de versos largos, siguiendo sin apuntillar los signos de puntuación, dejando libre al lector en su ritmo largo, usando reseñas breves en cada comienzo de las tres poesías. Están escritas -en francés y traducidas- por Louis Aragon, Paul Eluard y André Breton, algunos de sus poetas inspiradores. Es aquí, en esta parte y termino, cuando Javier Egea aclara definitivamente el significado del símbolo de “Raro de luna”: esa isla negra, la del sueño silencioso, la que no se pudo conseguir, y se encontró solitaria entre sus paredes de ladrillo, en el piso 2º B “…voy a las grutas del 2º B/ nadie con esa llave/ nadie con esos ojos al entrar/ siete por siete mares por siete soledades” o cuando nos dice: “…No No era este el lugar/ Para ti siempre quise / avenidas sin látigo/plazas sin gentes pálidas que se desploman/ chapoteando caen mientras sangran y por siempre caen/ del verdín de las gárgolas y de las cicatrices/sobre reinos vastísimos de laberintos y de topos caen/… “
Con tres poemas largos y anchos, con un zigzag distinto a lo escrito anteriormente, Javier Egea termina, dándole sentido a todo el contenido del poemario, con un raro sueño, con un raro de luna que se desvanece, que se desmorona, dándose cuenta –y con esto acabo- que no era este el lugar deseado por él, ni que, tampoco, para nadie lo quiso.

Josefina Núñez Montoya
Coordinadora  Sección Literatura
AlCultura



1 “Raro de luna” de Javier Egea (1990) ed. Hiparión. Madrid. Prólogo de Antonio Jiménez
2 Raro de luna, “Y la luna. Pero no la luna”. F. García Lorca
Porque la luna. Pero no la luna/Sí los tumbos añiles, sí la vida,/el estallido sordo de la espera/ y la ciudad, el sueño, la otra calle/ que es un reto de luz. Escucha ahora./Hay reclamo que dolor levanta a cualquier hora de las sombras. Luchas/ te embisten las esquinas presentidas/ donde tendrá sentido el corazón./Somos espanto. Pero el abordaje/ de otros mares nos hace conocidos,/ nos arma de pasión en esta muerte./ Mirad en las ojeras de los puentes/ yedras oscuras, agua detenida,/ naufragados embates, soledad/ y colgajos morados de silencio./ Allí convoca el tiempo a los que saben/ cómo duele la historia en el costado./ Por eso alimenta la esperanza./ Por eso canta tu dolor. Escucha./ Hoy nos puebla la luna de su cuerpo./ Porque la luna. Pero no luna./
3 1. f. Explicación o interpretación amplificativa de un texto para ilustrarlo o hacerlo más claro o inteligible.2. f. Traducción en verso en la cual se imita el original, sin verterlo con escrupulosa exactitud.3. f. Frase que, imitando en su estructura otra conocida, se formula con palabras diferentes.

4 Egea, Javier (2012): Poesía Completa, Volumen II. Obra dispersa e inédita. Bartleby Editores. Madrid.
5 1. m. Movimiento literario y artístico, cuyo primer manifiesto fue realizado por André Breton en 1924, que intenta sobrepasar lo real impulsando con automatismo psíquico lo imaginario y lo irracional.
6 “El agua era negra dentro de las ramas. Cuando llega al puente se detiene y canta” FGLorca. Cuando estamos inmersos en el dolor todo es vacío y oscuridad. Hay que seguir. Encontraremos un enlace, una mano con la cual tomaremos conciencia del bienestar.
7 “Dadle un ramo verde de luz a mi mano”, Alberti. Generoso, pide ayuda para una persona que se encuentra vacío y oscuro, perdido y hundido, y lo hace con un “ramo verde de luz”. (El dibujo de Alberti forma con líneas discontinuas, muchos círculos hasta un centro. Podemos jugar con la imaginación y ver el vacío, o tal vez el sol naciente en sus trazos)
8 Remando
9 Depósito de inmundicias

23 abr 2013

Juan Gómez Macias, Josefina Núñez y Tito Muñoz recuerdan este miércoles a Javier Egea


               Los escritores Juan Gómez Macias, Tito Muñoz y Josefina Núñez, ésta última presidenta de la sección de Literatura de AlCultura, recordarán mañana la figura del poeta Javier Egea, a partir de las ocho de la tarde. Será un nuevo acto de Letras Capitales, organizado por el Centro Andaluz de las Letras.



                       Javier Egea (Granada 1952-1999), está considerado como uno de los más hondos e inquietantes poetas andaluces de la segunda mitad del siglo XX. Publicó en su vida obras como Serena Luz del Viento (1974), Troppo Mare (1984) y Raro de Luna (1990). Fue autor, junto a Luis García Montero y Álvaro Salvador, del manifiesto La otra sentimentalidad (1983).
                  
                  En el acto de mañana miércoles en AlCultura se presentará el segundo tomo de poesía completa. Esta segunda entrega de su obra recoge, debidamente revisada y anotada, toda su poesía publicada de forma dispersa (no incluida en libros) y la que quedó inédita a su muerte. En palabras de sus editores, estos poemas “supondrán un inesperado reencuentro con uno de los grandes poetas en castellano de la segunda mitad del siglo XX”.

                 Angel Prieto de Paula escribía sobre la figura de Javier Egea en un interesante artículo  publicado en El País, a propósito del primer volumen de su poesía completa

9 abr 2013

Alberto de la Rocha en el Millán Picazo

Amigos/as, os invitamos a un acto muy especial que será el próximo viernes en el auditorio Millán Picazo gracias a la colaboración de Asociación Alcultura con Artis Siete y Amigos de la MúsicaOrquesta Sinfónica 

El joven compositor Alberto de la Rocha impartirá una conferencia sobre la música en el cine. Además estará acompañado del cineasta algecireño Sergio Postigo y de representantes de las 3 asociaciones colaboradoras.

Es importante recalcar el hermanamiento que surge de estas 3 asociaciones y lo que eso supone, buscando llevar la relación de Algeciras con los eventos de calado cultural a nuevos e ilusionantes niveles.
¡No se lo pierdan!

Cita: Viernes 12 19:00h (auditorio Millán Picazo, Algeciras)

Danza Canibal, este miércoles en AlCultura

Miguel Angel Argüez (La Línea, 1969) poeta y narrador, presenta este miércoles en AlCultura, a partir de las 20.00 horas, su libro de poemas Danza Canibal. El acto, inscrito en Letras Capitales, programa organizado por el Centro Andaluz de las Letras con la que colaboramos, contará también con la presencia del poeta sevilla Juan Manuel Romero


Miguel Angel Argüez ha publicado dos libros de poemas Las tijeras y el yogur y Ecce Woman (I Premio Nacional de Poesía “José Manuel García Gómez”), el libro de relatos El bombero de Pompeya, la novela Los Búhos, así como el libro-documental El Pan y los Pecessobre el mundo almadrabero. Su texto Don Quijote va al Psiquiatra ha recibido el I Premio de Teatro Mínimo Rafael Guerrero”.

 Ha ganado en dos ocasiones el premio de relato El Drag, así como el accésit en el premio de relatos Fernando Quiñones (1999). Ha colaborado con grupos teatrales tanto con música como con textos. Ha formado parte de diversas bandas de rock (Dark End, Humildad & Paciencia, Tetrabrick) para las que ha compuesto varias docenas de canciones. Ha estrenado su espectáculo poético Sensación de Morir (Poesía radioactiva). Algunos textos suyos han sido editados en diversas revistas y antologías.

  Más información en Centro Andaluz de las Letras
 

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